Hoy celebramos, tanto en el calendario tradicional como en el reformado, la fiesta de San Francisco Javier, SJ. Nacido en 1506 en el castillo de Javier (Navarra), en el seno de una familia de noble linaje, fue un estrecho colaborador de San Ignacio de Loyola (1491-1556), a quien conoció durante sus estudios en París, donde formó parte del grupo de precursores de la Compañía de Jesús. Luego de su ordenación sacerdotal (1537), parte en 1541 como legado del Papa Paulo III a las Indias Orientales, donde realizó una intensa y apasionada labor misionera, principalmente en la India, Japón y otros lugares del oriente asiático. Muere el 3 de diciembre de 1552 en la isla de Sanchón, mientras esperaba su traslado a China para misionar allí. Fue beatificado por el Papa Paulo V en 1619 y canonizado en 1622 por el Papa Gregorio XV, junto con San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de Jesús, San Felipe Neri y San Isidro Labrador. El Papa San Pío X lo nombra en 1904 patrono de la Obra de la Propagación de la Fe. En 1927, el Papa Pío XI lo designó Patrono de las Misiones, conjuntamente con Santa Teresita del Niño Jesús. El Propio del día de hoy en el Usus antiquior destaca particularmente el celo misionero de San Francisco Javier, especialmente la oración colecta:
“Deus, qui
Indiárum gentes beáti Francísci prædicatióne et miráculis Ecclésiæ tuæ
aggregáre voluísti: concede propítius; ut, cujus gloriósa mérita venerámur,
virtútum quoque imitémur exémpla.” *
Con ocasión de esta fiesta y recordando el señalado fervor misionero que siempre animó al llamado Apóstol de las Indias Orientales, les presentamos algunos extractos de un reciente mensaje del Papa Emérito, S.S. Benedicto XVI, dirigido a los estudiantes de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. El Mensaje fue leído por Monseñor Georg Gänswein el pasado 21 de octubre de 2014 durante la ceremonia en que una nueva aula magna de dicha universidad recibió el nombre del Pontífice Emérito. En el mensaje se realza la labor misionera de la Iglesia como una tarea esencial e irrenunciable de ésta.
Mensaje de Benedicto XVI a los estudiantes de la Pontificia Universidad Urbaniana
[…]
En
el curso de las diversas visitas que he podido hacer como Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe, siempre me ha impresionado la
atmosfera de la universalidad que se respira en esta universidad, en la
cual jóvenes provenientes prácticamente de todos los países de la
tierra se preparan para el servicio al Evangelio en el mundo de hoy.
También hoy veo interiormente ante mí, en esta aula, una comunidad
formada por muchos jóvenes que nos hacen percibir de modo vivo la
estupenda realidad de la Iglesia Católica.
«Católica»:
Esta definición de la Iglesia, que pertenece a la profesión de fe desde
los tiempos antiguos, lleva consigo algo del Pentecostés. Nos recuerda
que la Iglesia de Jesucristo no miró a un solo pueblo o a una sola
cultura, sino que estaba destinada a la entera humanidad. Las últimas
palabras que Jesús dice a sus discípulos fueron: «Id y haced discípulos a
todos los pueblos». Y en el momento del Pentecostés los apóstoles
hablaron en todas las lenguas, manifestando por la fuerza del Espíritu
Santo, toda la amplitud de su fe.
Desde
entonces la Iglesia ha crecido realmente en todos los continentes.
Vuestra presencia, queridos estudiantes, refleja el rostro universal de
la Iglesia. El profeta Zacarías anunció un reino mesiánico que habría
ido de mar a mar y sería un reino de paz. Y en efecto, allá donde es
celebrada la Eucaristía y los hombres, a partir del Señor, se convierten
entre ellos un solo cuerpo, se hace presente algo de aquella paz que
Jesucristo había prometido dar a sus discípulos. Vosotros, queridos
amigos, sed cooperadores de esta paz que, en un mundo rasgado y
violento, hace cada vez más urgente edificar y custodiar. Por eso es tan
importante el trabajo de vuestra universidad, en la cual queréis
aprender a conocer más de cerca de Jesucristo para poder convertiros en
sus testigos.
El
Señor Resucitado encargó a sus discípulos, y a través de ellos a los
discípulos de todos los tiempos, que llevaran su palabra hasta los
confines de la tierra y que hicieran a los hombres sus discípulos. El
Concilio Vaticano II, retomando en el decreto Ad Gentes una
tradición constante, sacó a la luz las profundas razones de esta tarea
misionera y la confió con fuerza renovada a la Iglesia de hoy.
¿Pero
todavía sirve? Se preguntan muchos hoy dentro y fuera de la Iglesia ¿de
verdad la misión sigue siendo algo de actualidad? ¿No sería más
apropiado encontrarse en el diálogo entre las religiones y servir junto
las causa de la paz en el mundo? La contra-pregunta es: ¿El diálogo
puede sustituir a la misión? Hoy muchos, en efecto, son de la idea de
que las religiones deberían respetarse y, en el diálogo entre ellos,
hacerse una fuerza común de paz. En este modo de pensar, la mayoría de
las veces se presupone que las distintas religiones sean una variante de
una única y misma realidad, que ‘religión’ sea un género común que
asume formas diferentes según las diferentes culturas, pero que expresa
una misma realidad. La cuestión de la verdad, que al comienzo movió a
los cristianos más que a todos los demás, es aquí puesta entre
paréntesis. Se presupone que la auténtica verdad sobre Dios, en último
término, es inalcanzable y que, como mucho, lo que es inefable sólo
puede hacerse presente con una variedad de símbolos. Esta renuncia a la
verdad parece realista y útil para la paz entre las religiones del
mundo. Y, sin embargo, es letal para la fe. En efecto, la fe pierde su
carácter vinculante y su seriedad si todo se reduce a símbolos
intercambiables en el fondo, capaces de remitirse sólo de lejos al
inaccesible misterio de lo divino.
[…]
La alegría exige ser
comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser
comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela
solo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del
amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta.
Cuando
Andrés encontró a Cristo, no pudo hacer otra cosa que decirle a su
hermano: «Hemos encontrado al Mesías». Y Felipe, al cual se le donó el
mismo encuentro, no pudo hacer otra cosa que decir a Bartolomé que había
encontrado a aquél sobre el cual habían escrito Moisés y los profetas.
No anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de
miembros posibles, y mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque
sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido donada.
[…]
[Traducción gentileza de InfoCatólica; texto completo del Mensaje aquí].
*
«Oh Dios, que por la predicación y milagros de San Francisco quisiste agregar a
tu Iglesia los pueblos de las Indias: concédenos propicio imitar los ejemplos y
virtudes de aquél cuyos gloriosos méritos celebramos. Por nuestro Señor
Jesucristo».
Actualización [10 de diciembre de 2016]: el sitio Infocatólica publica el relato admirable de la labor misionera que un sacerdote argentino, el Padre Federico, realiza actualmente en la meseta tibetana. Continuando desde 2014 la labor de San Francisco Javier en el Extremo Oriente, este sacerdote se entrega incansablemente a la tarea de ganar para Cristo y su Iglesia a paganos y a gente actualmente en poder de las sectas protestantes. Especialmente notable es que este sacerdote se ha servido para su labor del Catecismo de San Pío X, comprobando su gran eficacia pedagógica, tan actual hoy como ayer.
Actualización [10 de diciembre de 2016]: el sitio Infocatólica publica el relato admirable de la labor misionera que un sacerdote argentino, el Padre Federico, realiza actualmente en la meseta tibetana. Continuando desde 2014 la labor de San Francisco Javier en el Extremo Oriente, este sacerdote se entrega incansablemente a la tarea de ganar para Cristo y su Iglesia a paganos y a gente actualmente en poder de las sectas protestantes. Especialmente notable es que este sacerdote se ha servido para su labor del Catecismo de San Pío X, comprobando su gran eficacia pedagógica, tan actual hoy como ayer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Política de comentarios: Todos los comentarios estarán sujetos a control previo y deben ser formulados de manera respetuosa. Aquellos que no cumplan con este requisito, especialmente cuando sean de índole grosera o injuriosa, no serán publicados por los administradores de esta bitácora. Quienes reincidan en esta conducta serán bloqueados definitivamente.