En este artículo continuamos con nuestra serie sobre las órdenes y familias religiosas tradicionales, dedicándolo especialmente a las fundaciones de espiritualidad carmelita que preservan el rito de Jerusalén, o también llamado rito carmelitano. Para lo anterior, es conveniente explicar brevemente la historia de la Orden Carmelita hasta su reforma impulsada por Santa Teresa de Ávila y San Juan de la Cruz, que dio origen en el siglo XVI a la Orden Carmelita “descalza” o reformada. Esta última adoptó el uso de los libros litúrgicos del rito romano codificados en el Concilio de Trento a diferencia de la Orden antigua que conservó el rito original. Posteriormente, trataremos en términos generales las peculiaridades del rito de Jerusalén o carmelita, que permaneció en uso general en las fundaciones carmelitas “calzadas” o no reformadas hasta la entrada en vigor del Misal romano de S.S. Pablo VI, el cual fue finalmente implementado a comienzos de la década de 1970.
Coro de monjes del Monasterio de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo
(Foto: Carmelite Monks)
A raíz de la promulgación del motu proprio Summorum Pontificum de S.S. Benedicto XVI, que declaró la vigencia de los ritos tradicionales de la Iglesia, se ha dado un impulso a la preservación y difusión de esta clase de ritos de antiguo y venerable uso, asociados a una determinada familia religiosa. Así como el rito dominicano (que ya hemos tratado aquí, a propósito de la Fraternidad Sacerdotal San Vicente Ferrer), son cada vez más las fundaciones carmelitas que adoptan los libros litúrgicos propios de su carisma así como aquellas que preservan el rito romano tradicional, algunas de las cuales trataremos al final de esta entrada.
Historia de la Orden Carmelita
Historia de la Orden Carmelita
Los primeros padres carmelitas se establecieron
como eremitas en el Monte Carmelo (Palestina) durante el período de las
Cruzadas, venidos a Tierra Santa ya como peregrinos o como caballeros cruzados.
Estos monjes adoptaron de particular manera un modelo de vida inspirado en la devoción
a la Santísima Virgen María y la vida del profeta Elías, carisma que ha sido transmitido
y preservado a las generaciones sucesivas. San Alberto, Patriarca de Jerusalén (1149-1214),
por solicitud de San Brocardo, prior del monasterio del Monte Carmelo, redactó la Regla que regiría en lo sucesivo a esta
orden contemplativa, estableciendo la forma de vida a través del cual los carmelitas
buscan a Dios y la perfección en la vida cristiana. Este breve documento regula
los elementos básicos que deben sostener la vida de estos monjes, destacando la
estricta obediencia al prior del monasterio, oración individual y comunitaria,
votos de obediencia y pobreza, así como un estricto régimen de ayuno y
abstinencia. Esta regla fue posteriormente aprobada, sin mayores modificaciones,
por los papas Honorio III en 1226 y Gregorio IX en 1229.
Pietro Novelli, La Santísima Virgen María junto a Santos Carmelitas
(Imagen: Wikipedia Commons)
Con el paso del tiempo y, debido al establecimiento
de la dominación musulmana en territorio palestino, la Orden Carmelita se
encontró en medio de una feroz persecución, viéndose forzados a abandonar su
ubicación original en el monte Carmelo. Hacia el año 1238 estos monjes se
trasladaron primero a Chipre y Sicilia, para luego instalarse en el año 1242 en
las localidades de Aylesford y Hulne, Inglaterra. A contar de esa fecha, el
número de fundaciones y vocaciones a la vida carmelita presenta un desarrollo
exponencial en toda Europa, y particularmente en la isla británica. Este
incremento está particularmente vinculado al gobierno de San Simón Stock (1165-1265), a
quien la Santísima Virgen otorgó el escapulario del Carmen y quien fuera
elegido superior de la orden en 1245. Hacia el año 1274 existían más de
cuarenta fundaciones entre Inglaterra y Francia, once en España, tres en
Escocia, así como otros conventos en Italia y Alemania.
Debido a su nueva ubicación en Europa y las necesidades evangelizadoras de la Iglesia, nació en esta Orden la intención de renovar su estilo monacal para adaptarlo al de las órdenes mendicantes propias de la baja Edad Media, como la Orden de Santo Domingo y la Orden Franciscana. El Papa Inocencio IV, mediante la bula Quem honorem Conditoris (1274), modificó la Regla de la Orden. Por de pronto, las fundaciones ya no tendrían que estar necesariamente ubicadas en lugares aislados, permitió la recitación del Oficio Divino y relajó las reglas de abstinencia.
Durante los siglos XIV y XV, los Carmelitas,
así como otras órdenes religiosas, experimentaron un declive, que hizo
imperativa su reforma. En 1432, los Carmelitas obtuvieron del Papa Eugenio IV
la bula Romani pontificis, que mitigó
la Regla de San Alberto y su modificación de 1247, bajo el argumento de ser
extremadamente exigente para los monjes. Los principales cambios corresponden
al relajamiento del estricto ayuno impuesto por la regla original y la obligación
de permanencia en sus celdas individuales, la autorización para comer carne
hasta tres veces a la semana, y el permiso para deambular por los pasillos del
claustro. Si bien esta reforma asimiló la Regla Carmelitana a la de otras
órdenes mendicantes, constituyó una fuente de tensión al interior de la Orden.
Para muchos religiosos significó una pérdida del espíritu y objetivo original
de la misma. Fruto de estas tensiones, tres prioratos ubicados en Valais,
Toscana y Mantua rechazaron la bula papal y conservaron la estricta observancia
de la Regla original. Si bien el papa Eugenio IV reconoció a este capítulo de
monasterios como independientes y con el derecho a conservar la observancia a
la regla original, fue gracias a los esfuerzos reformadores del beato Juan
Soreth (1394-1471), fundador de la Segunda y Tercera orden Carmelitana, que estos
monasterios se reconciliarían y reintegrarían la orden original.
José de Ribera, Santa Teresa de Jesús
(Imagen: Wikipedia Commons)
Sin duda, uno de los momentos más significativos
en la historia de la Orden fue la labor reformadora llevada a cabo en España por
Santa Teresa de Jesús (1515-1582) y San Juan de la Cruz (1542-1591). Más que un carisma de reforma o de
abandono del pasado, estos santos fundadores y doctores de la Iglesia, buscaron
renovar el Carmelo mediante la primacía de su Regla y la vida mantenida por sus
eremitas fundadores, entendiendo que un retorno a las primeras fuentes serviría
como camino para ascender al Carmelo en la búsqueda de Dios, así como conseguir
que esta la Orden se adaptara a los principios establecidos por el Concilio de
Trento. En 1580, los Carmelitas Descalzos fueron creados como una provincia
separada de la Orden Carmelita mediante el decreto “Pia consideratione” del Papa Gregorio XIII, pudiendo nombrar sus
propios superiores y redactar sus propias constituciones. En consecuencia, desde
entonces coexisten la Orden Carmelitana no reformada o “calzada”, junto con la
Orden Carmelita descalza.
A diferencia de la Orden descalza que se
inclinó por adoptar el Misal Romano una vez que este fue Promulgado por San Pío
V, la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo conservó el Rito Carmelita
hasta la Reforma Litúrgica introducida por el Concilio Vaticano II. En tal contexto,
nos centraremos en las Fundaciones que siguen el modelo del Carmelo no
reformado, ya que nos permiten ilustrar como el motu proprio Summorum Pontificum facilita la
materialización del anhelo de S.S. Benedicto XVI de permitir la coexistencia de
ritos al interior de la Iglesia latina, tal como siempre ocurrió en el pasado,
en especial, si estos ritos están especialmente vinculados a la espiritualidad
particular de una determinada familia religiosa.
El rito carmelita
El rito carmelita, también llamado de Jerusalén o del Santo Sepulcro, se encuentra
íntimamente conectado a la influencia latina en territorio palestino durante el
tiempo de las Cruzadas. En efecto, sus primeros registros se encuentran en el
siglo XII, derivando de la familia galicana del rito romano, probablemente en
razón de que una gran parte del clero que acompañó las Cruzadas era originario
del reino franco. El lugar donde este se desarrolló como rito independiente
también desempeñó un papel importante. Su vecindad con el monte de los Olivos,
Betania, Belén, y por supuesto, Jerusalén permitía dar una natural vinculación
a los acontecimientos del año litúrgico con los lugares en que estos precisamente
ocurrieron y, en consecuencia, originar imponentes ceremonias.
Rito Carmelita
(Foto: New Liturgical Movement)
En términos generales, se podría describir el
rito carmelita como uno ubicado entremedio de los ritos de la cartuja y el rito
dominicano. Presenta en sus orígenes signos de gran antigüedad, como por ejemplo la ausencia de
colores litúrgicos, el escaso uso de candelabros (uno durante la Misa rezada,
ninguno durante la Misa solemne, usándose ceroferarios con antorchas en su
lugar), un uso restringido del incienso, la ausencia de genuflexiones, entre
otros. En cuanto a la celebración de la Santa Misa, ésta también presenta
ciertas particularidades. Por ejemplo, el altar permanece cubierto hasta la Ante-misa,
y se vuelve a recubrir inmediatamente antes de su término. En las fiestas, el
Introito se entona tres veces, así como se lee una lectura profética
adicionalmente a la Epístola y el Evangelio. El propio de los Santos también
presenta importantes variaciones respecto al usado en el rito romano,
conmemorando santos vinculados principalmente a Tierra Santa, como los primeros
obispos de Jerusalén.
Los monasterios carmelitas tradicionales
1. El Monasterio de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo (Montañas Rocosas, Wyoming)
El monasterio de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo, ubicado en las cercanías del parque nacional de Yellowstone,
Estados Unidos, corresponde a una comunidad monástica de estricta clausura fundada en el año 2003, cuyo
objetivo es perpetuar este peculiar carisma, de acuerdo con las prescripciones
establecidas por la regla carmelita primitiva y la observancia tradicional de
los monasterios carmelitas masculinos. En esta búsqueda de la santidad a través
del cumplimiento de la regla original, buscan vivir la espiritualidad en la
forma que inspiró a San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús para su reforma
al Carmelo descalzo. Esto incluye la clausura monástica, dos horas diarias de
oración contemplativa, estudio, lectura espiritual y trabajo manual, la
celebración de la Liturgia y el rezo del Oficio Divino conforme al rito
carmelita tradicional.
Monjes en terrenos del monasterio
(Foto: Carmelite Monks)
El monasterio ha recibido un abundante número
de vocaciones a la vida religiosa, en la cual el hermano lego santifica su vida
a través del trabajo manual y la oración, y el sacerdote adicionalmente mediante
la celebración de los Sacramentos, la predicación y la dirección espiritual. En
la actualidad, se encuentra en plena construcción un nuevo e imponente monasterio
en la diócesis de Cheyenne para acoger a esta comunidad.
Proyecto de nuevo monasterio carmelita en Wyoming
(Imagen: Carmelite Monks)
2. Los Hermanos Ermitaños de
la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo (Sao Paulo, Brasil)
Los Hermanos Ermitaños de la Bienaventurada
Virgen María del Monte Carmelo son un Instituto Religioso de Derecho Diocesano
nacido en el año 2002 en la diócesis de Bragança Paulista (Estado de Sao Paulo,
Brasil) que adoptó el año 2009, merced de la promulgación del motu proprio Summorum Pontificum los libros
litúrgicos propios del rito carmelita. Esta fundación constituye una
restauración original del carisma carmelitano de acuerdo con su Regla original.
Siguen, en este respecto, el propósito de Santa Teresa de Jesús de vivir íntegramente
la regla de San Alberto, siendo sus constituciones las mismas que redactó en el
siglo XIX el beato Francisco Palau para la formación de un Carmelo eremítico de
España. Así, viven en soledad compartida en pequeñas ermitas alrededor de un
oratorio en el que se reúnen para la Santa Misa y el rezo del Oficio Divino.
Monasterio de los Hermanos Ermitaños
(Fotos: Divinas vocaciones)
Asimismo, junto a esta fundación existe el grupo
de las Hermanas Ermitañas de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo,
que comparte el mismo carisma y espíritu.
3) El Carmelo de Jesús, María y José (Harrisburg, Estados Unidos).
En 2000, un grupo de carmelitas descalzas se mudaron al convento de Elysburg, en Pennsylvania, desde su casa original en Valparaíso, Nebraska, fundando el Carmelo de Jesús, María y José. Pronto el nuevo lugar fue insuficiente y se les dio el permiso para hacerse cargo de otro convento carmelita en declinación, el Carmelo de San José y Santa Ana, en Filadelfia, al que también llegaron numerosas vocaciones. Habiendo superado la capacidad de ambas casas, como quiso Santa Teresa de Ávila, las monjas recibieron el permiso de S.E.R. Ronald Gainer, Obispo de Harrisburg, para volver a expandir sus actividades, esta vez levantando un nuevo carmelo desde sus cimientos. Así fue como nació el Carmelo de Fairfield, actualmente en construcción, pero ya funcionando, que cuenta con once religiosas profesas.
Las monjas de claustro del Carmelo de Jesús, María y José se apartan del mundo y dedican el resto de sus vidas al silencio estricto, al trabajo arduo y a la oración en comunidad, vistiendo el hábito completo de la orden. Una vez que han profesado sus votos, sus rostros no pueden ser vistos en fotografías, hasta el día de su muerte. Su misión principal es orar y ofrecer oblación a la Iglesia y al mundo.
La comunidad abandonó la liturgia reformada en 2000 y, desde entonces, ha experimentado un gran incremento de vocaciones y el espíritu de la comunidad ha sido de gozo y de crecimiento en la vida espiritual. Siguen asimismo el Oficio Divino conforme a los libros litúrgicos tradicionales de la Orden del Carmelo.
Actualización [3 de junio de 2019]: New Liturgical Movement ha publicado un breve reportaje sobre la procesión de la Fiesta de la Ascensión celebrada según el rito carmelitano en la Iglesia de Saint Joseph in Troy, en Nueva York. Dicha procesión consta de cuatro estaciones y existía una semejante para la Candelaria, el Domingo de Ramos y la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora.
Actualización [1° de septiembre de 2019]: Esta entrada ha sido revisada para incluir el Carmelo de Jesús, José y María, una fundación carmelita femenina que atrae numerosas vocaciones en Estados Unidos (véase, por ejemplo, el reportaje aparecido en Aciprensa y en LifeSiteNews).
3) El Carmelo de Jesús, María y José (Harrisburg, Estados Unidos).
En 2000, un grupo de carmelitas descalzas se mudaron al convento de Elysburg, en Pennsylvania, desde su casa original en Valparaíso, Nebraska, fundando el Carmelo de Jesús, María y José. Pronto el nuevo lugar fue insuficiente y se les dio el permiso para hacerse cargo de otro convento carmelita en declinación, el Carmelo de San José y Santa Ana, en Filadelfia, al que también llegaron numerosas vocaciones. Habiendo superado la capacidad de ambas casas, como quiso Santa Teresa de Ávila, las monjas recibieron el permiso de S.E.R. Ronald Gainer, Obispo de Harrisburg, para volver a expandir sus actividades, esta vez levantando un nuevo carmelo desde sus cimientos. Así fue como nació el Carmelo de Fairfield, actualmente en construcción, pero ya funcionando, que cuenta con once religiosas profesas.
Las monjas de claustro del Carmelo de Jesús, María y José se apartan del mundo y dedican el resto de sus vidas al silencio estricto, al trabajo arduo y a la oración en comunidad, vistiendo el hábito completo de la orden. Una vez que han profesado sus votos, sus rostros no pueden ser vistos en fotografías, hasta el día de su muerte. Su misión principal es orar y ofrecer oblación a la Iglesia y al mundo.
(Foto: Carmelitas de Fairfield)
La comunidad abandonó la liturgia reformada en 2000 y, desde entonces, ha experimentado un gran incremento de vocaciones y el espíritu de la comunidad ha sido de gozo y de crecimiento en la vida espiritual. Siguen asimismo el Oficio Divino conforme a los libros litúrgicos tradicionales de la Orden del Carmelo.
***
Actualización [3 de junio de 2019]: New Liturgical Movement ha publicado un breve reportaje sobre la procesión de la Fiesta de la Ascensión celebrada según el rito carmelitano en la Iglesia de Saint Joseph in Troy, en Nueva York. Dicha procesión consta de cuatro estaciones y existía una semejante para la Candelaria, el Domingo de Ramos y la Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora.
Actualización [1° de septiembre de 2019]: Esta entrada ha sido revisada para incluir el Carmelo de Jesús, José y María, una fundación carmelita femenina que atrae numerosas vocaciones en Estados Unidos (véase, por ejemplo, el reportaje aparecido en Aciprensa y en LifeSiteNews).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Política de comentarios: Todos los comentarios estarán sujetos a control previo y deben ser formulados de manera respetuosa. Aquellos que no cumplan con este requisito, especialmente cuando sean de índole grosera o injuriosa, no serán publicados por los administradores de esta bitácora. Quienes reincidan en esta conducta serán bloqueados definitivamente.