En una entrada anterior decíamos que los ornamentos e insignias que caracterizan al obispo cuando celebra pontificalmente la Santa Misa son el calzado litúrgico, la cruz pectoral, la dalmática y la tunicela, las quirotecas, el anillo, el solideo, la mitra, el báculo, el gremial y la palmatoria. Continuamos ahora con la revisión de ellos.
S.E.R Marc Marie Max Aillet, obispo de Bayona (Francia),
revestido durante la celebración de una Misa pontifical en la iglesia de San Francisco Javier de París
revestido durante la celebración de una Misa pontifical en la iglesia de San Francisco Javier de París
Las quirotecas o guantes litúrgicas son prendas elaboradas para cubrir las manos de los obispos y otros prelados en las Misas solemnes. El obispo las lleva cuando viste calzado litúrgico y báculo, y se usan siempre con la casulla, desde la procesión de entrada hasta el ofertorio, y no se vuelven a poner, salvo que se imparta la bendición papal, en cuyo caso se vuelven a colocar. Mientras se usan, el anillo pastoral se pone por encima del guante.
Poco conocidos por los antiguos, ellas pasan a formar parte de los accesorios del vestuario litúrgico para uso exclusivo de los obispos hacia el siglo X. Para los eclesiásticos inferiores su uso quedó reservado merced a una especial concesión pontificia, la que se hizo frecuente a los abades a partir del último cuarto del siglo XI.
S.E.R. Ángel Suquía en procesión para celebrar una Misa pontifical en Zaldivia, Guipúzcoa
Al parecer, la utilización de este ornamento comenzó en alguna iglesia de las Galias o de la Italia septentrional, de donde se extendió paulatinamente a las demás iglesias de Europa. Su forma siempre fue la misma, tomada del uso profano con sus amplias mangas o puños al estilo de los guantes seglares de la Edad Media. Se hicieron los guantes litúrgicos ordinariamente de lino y en color blanco hasta el siglo XII. Después prevaleció la seda y adornados en la parte superior con una placa circular dorada sobre la que se diseñaba una cruz, el monograma de Cristo o un Cordero de Dios crucícfero. En este sentido, existían distintas prescripciones sobre el bordado según se tratase de un obispo, de un abad o de un protonotario con derecho a usarlas. Después del siglo XIII, las quirotecas se comenzaron a confeccionar del color litúrgico del día, excepto el negro, dado que ellas no se usaban en la Misa de Difuntos ni el Viernes Santo.
El entonces Karol Józef Wojtyła, Arzobispo de Cracovia, portando las quirotecas
(Foto: Ceremonia y Rúbrica de la Iglesia española)
El beato Pablo VI con quirotecas hacia mediados de la década de 1970
(Foto: Ceremonia y Rúbrica de la Iglesia española)
Tras el Concilio Vaticano II cayeron en desuso por la mayoría de los obispos. No obstante, el beato Pablo VI las usó hasta su muerte. Sus sucesores no los volvieron a usar, y el Ceremonial de Obispos de 1984 no menciona nada sobre su empleo en la forma ordinaria. En la forma extraordinaria, las quirotecas se siguen usado habitualmente.
(Foto: Ceremonia y Rúbrica de la Iglesia española)
Las quirotecas se ponen después de la dalmática y se retiran definitivamente al Ofertorio, volviendo a vestirse para la bendición papal al final de la Misa, si la hay. Al ponerse estos guantes, el obispo dice la siguiente oración: “Coloca en mis manos, Señor, la limpieza del hombre nuevo que descendió del cielo para que, como tu amado Jacob que cubriendo sus manos con pieles de cabras y ofreciendo a su padre el alimento y la bebida más agradable obtuvo su bendición, así yo también pueda ofrecerte con mis manos el sacrificio de salvación y obtener tu bendición. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que haciéndose semejante en la carne se ofreció a si mismo por nosotros”. Queda así de manifiesto que el simbolismo de los guantes no fue la de preservar del frío las manos del obispo, sino conservarlas limpias. El obispo quiere parecerse a Jacob y obtener la bendición paternal de Cristo, ante Quien debe responder por el rebaño que le ha sido confiado como pastor. Los guantes representan así la pureza de intención en las acciones propias del nuevo hombre, consagrado en servicio del Pueblo de Dios.
Colección de quirotecas de distintos colore litúrgicos, Museo de la Indumentaria (Barcelona)
Por ciertos, las quirotecas difieren de los guantes que algunos llevaban al ir a la catedral vestidos con capa magna, denominados de formalità y confeccionados en seda roja o morada. Los guantes litúrgicos sólo se usan en la Misa, cuando el obispo va revestido con los ornamentos propios del orden sagrado (tunicella, dalmática y casulla).
El anillo pastoral es el aro metálico que portan los obispos como signo de su dignidad. Este simbolismo ya aparece en la parábola del Hijo Pródigo, en donde el padre manda traer un anillo para su hijo que ha vuelto. También simboliza el desposorio entre el obispo y su iglesia particular, lo que queda patente en las palabras que se dicen en el momento en el que se le impone durante su consagración episcopal: “Recibe este anillo, signo de fidelidad, y permanece fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios”.
El anillo ya formaba parte de las insignias episcopales en España hacia principios del siglo VII. Al parecer su uso, más que por las razones simbólicos recién referidas, se introdujo para que los obispos pudiesen autentificar sus propios actos, según una costumbre bastante frecuente en la antigüedad. En el siglo IX, el anillo era de uso general entre los obispos. Con el cambio de milenio, comenzaron a llevarlo también los abades, al principio como un privilegio especial concedido por la Santa Sede.
El anillo pastoral es el aro metálico que portan los obispos como signo de su dignidad. Este simbolismo ya aparece en la parábola del Hijo Pródigo, en donde el padre manda traer un anillo para su hijo que ha vuelto. También simboliza el desposorio entre el obispo y su iglesia particular, lo que queda patente en las palabras que se dicen en el momento en el que se le impone durante su consagración episcopal: “Recibe este anillo, signo de fidelidad, y permanece fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios”.
S.E.R. Enrique Hernández Sola recibe el anillo en su consagración como obispo de Tarazona
El anillo ya formaba parte de las insignias episcopales en España hacia principios del siglo VII. Al parecer su uso, más que por las razones simbólicos recién referidas, se introdujo para que los obispos pudiesen autentificar sus propios actos, según una costumbre bastante frecuente en la antigüedad. En el siglo IX, el anillo era de uso general entre los obispos. Con el cambio de milenio, comenzaron a llevarlo también los abades, al principio como un privilegio especial concedido por la Santa Sede.
A los obispos se les pone el anillo el día en que son consagrados, y deben usarlo dentro y fuera de las celebraciones litúrgicas en el dedo anular de la mano derecha, porque es la mano con la que bendicen. La única excepción es el Viernes Santo, en que no debe portarse en señal de luto por la muerte del Esposo, Cristo. Al ponérselo para celebrar, el obispo dice la siguiente oración: "Adorna con la virtud, Señor, los dedos de mi cuerpo y de mi corazón, y coloca sobre ellos la santificación de tu Espíritu septiforme".
Los doctores y los prelados con derecho a llevar anillo pueden usarlo fuera de las ceremonias, y de una sola gema, sin círculo de diamantes. En su caso, deben quitarse el anillo para la celebración del Santo Sacrificio.
Por lo general, los anillos pastorales se hacían de oro, con adornos de piedras duras o preciosas, con lo que se representaba que el obispo es una piedra incluida una gran construcción que es la Iglesia. Por ejemplo, era habitual que los obispos que estudiaba en el Seminario Mayor Lateranense usaran un anillo con el camafeo de su patrona, la Madonna della Fiducia. Cuando los fieles besaban esa piedra, querían simbolizar que besaban una pedazo de esa construcción cuya piedra angular es Cristo. En la actualidad puede ser fabricado en cualquier metal precioso, y una buena muestra de ello es aquel regalado los obispos que participaron en el Concilio Vaticano II, el cual no lleva ninguna piedra preciosa engastada.
S.E.R. Marcel Lefebvre durante la peregrinación a Roma con ocasión del Año Santo de 1975
De igual forma, existía un anillo pontifical, que era el que usaba el obispo cuando celebraba solemnemente. Podía ser el mismo que usaba habitualmente u otro perteneciente al tesoro de la diócesis. Estos tenían un muelle que permitía adaptarlos para ser llevados con las quirotecas.
Después de que alguien es creado cardenal, el Santo Padre le entrega un anillo. Este se elabora con un modelo para cada pontificado, con el escudo del respectivo Papa grabado en su interior. Esto significa que todos los cardenales creados por un papa llevan un anillo idéntico. Antiguamente, estos anillos llevaban engastado un rubí o u zafiro, las piedras preciosas reservadas a los cardenales. El anillo que se entrega durante el pontificado de Francisco lleva la imagen de San Pedro y San Pablo y, en medio de ellos, una estrella como símbolo de María. Este anillo debe de usarlo el cardenal como si fuera en anillo episcopal. Al entregárselos, el Papa dice: “Recibe el anillo de la mano de Pedro, para que sepas que con el amor del Príncipe de los Apóstoles se refuerza tu amor hacia la Iglesia".
Anillo con muelle para uso pontifical
Después de que alguien es creado cardenal, el Santo Padre le entrega un anillo. Este se elabora con un modelo para cada pontificado, con el escudo del respectivo Papa grabado en su interior. Esto significa que todos los cardenales creados por un papa llevan un anillo idéntico. Antiguamente, estos anillos llevaban engastado un rubí o u zafiro, las piedras preciosas reservadas a los cardenales. El anillo que se entrega durante el pontificado de Francisco lleva la imagen de San Pedro y San Pablo y, en medio de ellos, una estrella como símbolo de María. Este anillo debe de usarlo el cardenal como si fuera en anillo episcopal. Al entregárselos, el Papa dice: “Recibe el anillo de la mano de Pedro, para que sepas que con el amor del Príncipe de los Apóstoles se refuerza tu amor hacia la Iglesia".
Se desconoce el origen del llamado "anillo del pescador", una de las insignias que hoy caracterizan al Romano Pontífice. Antiguamente, existían cuatro anillos: el anillo pontificio (sólo para cuando el Papa celebraba pontificalmente), el anillo pastoral personal del Papa y el del pescador, del que existía una copia en poder de un secretario para sellar los breves. La primera mención de estos últimos se halla en una carta de Clemente IV a su sobrino Pedro Grossi datada en 1265.
El beato Pablo VI con su anillo personal
Hoy se utiliza el anillo del pescador durante todo el pontificado, desde que le es impuesto al nuevo Papa en la Misa de entronización (hoy llamada "solemne ceremonia de inauguración del pontificado") y hasta que el Cardenal Camarlengo lo destruye para dar inicio a la sede vacante (excepcionalmente, tras la renuncia de Benedicto XVI el anillo del pescador no fue destruido, sino sólo marcado con una cruz para anularlo). Sin embargo, hay dos excepciones en que nunca se utiliza: el Viernes Santo y las Misas de exequias por algún cardenal. Tradicionalmente, este anillo se ha confeccionado en oro y lleva grabada la imagen de San Pedro sobre una barca de pescador, con el nombre del pontífice reinante en torno a ella.
Anillo del pescador del Papa Benedicto XVI
El anillo del pescador del papa Francisco presenta algunas diferencias: en él no parece San Pedro pescando, sino con las llaves, y fue fabricando en plata bañada en oro. Su autor es Enrico Manfrini. Además, el papa suele intercambiar el anillo personal que usaba como obispo y el del pescador, a veces agregando un tercero, fabricado en Barcelona y que le fue regalado por un cardenal.
Diseño del anillo del pescador del Papa Francisco
El Papa Francisco usando el anillo que tiene desde su época de Arzobispo de Buenos Aires
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