sábado, 13 de abril de 2019

Las estaciones cuaresmales

Las estaciones cuaresmales consisten en una compleja liturgia católica, de carácter estacional, que se desarrolla en los días de Cuaresma en la diócesis de Roma (si bien existen y han existido intentos, con mayor o menor éxito, de llevarla a otras diócesis, como ocurría en el antiguo rito parisino). El nombre que recibe esta liturgia procede del latín statio, vocablo militar que significa "estar en guardia, velar", para significar que este modo de proceder era una manera de recordar al cristiano la necesidad de permanecer vigilantes en estos días. Así "hacer estación" o "estar de estación" llevaba implícita la necesidad penitencial de ayunar y de velar en la fe. 

 Juan XXIII preside la cuarta estación cuaresmal (12de marzo de 1961)

En principio se trataba de reunirse en un lugar conveniente para la liturgia cuaresmal presidida por el obispo de Roma, que honraría sucesivamente con su presencia las comunidades más significativas en la que se ejercía su jurisdicción litúrgica. Con el paso del tiempo, a esta práctica se fue añadiendo la costumbre de que los fieles se reunieran en un lugar fuera de la iglesia para dirigirse luego en procesión hacia ella, llevando, donde la hubiere, la reliquia de la “Vera Cruz”. La procesión simboliza el camino penitencial de la Cuaresma como tránsito hacia la Pascua. Era costumbre que la iglesia estacional estuviera engalanada y abierta al pueblo durante todo el día en que le correspondía su turno. 

Esta práctica, que se remonta a los siglos V y VI, pero con antecedentes en otros lugares de la Cristiandad, tuvo su origen en la antigua costumbre de los Papas de celebrar la Eucaristía asistidos por todos los presbíteros de Roma en una de las 43 basílicas estacionales de la ciudad de Roma; aunque el término “estación” se aplicaba ya desde el siglo II a la reunión de la comunidad los días de ayuno y oración (miércoles y viernes). De un primer momento histórico proceden las estaciones a las basílicas principales romanas, San Pedro, San Pablo, Santa María la Mayor, San Lorenzo y Santa Cruz de Jerusalén. En estos templos tenían lugar los oficios litúrgicos los domingos y las ferias importantes de la semana (miércoles, viernes y sábado). Al surgir esta costumbre, la elección de la basílica quedaba al arbitrio del Papa, pero pronto fue regulada según un orden fijo más estable, y explicitada en los libros litúrgicos. En un momento posterior, en el siglo V, se fueron incorporando más templos para cubrir todos los días de la semana, excepto los jueves. Del siglo VIII proceden las Misas estacionales de este último día. La observancia de las estaciones sufrió con el exilio de Aviñón y con los tiempos turbulentos que lo siguieron, evitando la participación en persona de los Papas, pero la costumbre experimentó un resurgimiento luego de las reformas tridentinas.  

En cuanto al desarrollo de las estaciones, cada día se reunía la comunidad en una iglesia menor (llamada collecta). El Papa salía desde el palacio de Letrán en procesión. Lo precedían los acólitos, luego los siete diáconos de Roma junto a sus subdiáconos, y finalmente el Papa montado a caballo. No se dirigía a la iglesia estacional, sino a la iglesia menor, ya referida, en donde lo esperaba la asamblea de los fieles. Al llegar, entraba a la sacristía y se revestía con el alba, la tunicela, la dalmática, la casulla, el palio y la mitra. Ya revestido, subía al altar y saludaba al pueblo. Luego decía “Oremus”. En ese momento el diácono pedía a todos que se arrodillaran (flectamus genua) y, tras un momento de oración en silencio, pedía que se incorporaran (levate). Cuando todos se habían puesto de pie, el Papa rezaba la oración colecta estacional. 

Cuando terminaba la oración colecta, el diácono mandaba iniciar la procesión (procedamus in pace, a lo que se respondía In nomine Christi). Entonces se iniciaba una procesión hacia la iglesia estacional. El subdiácono llevaba la cruz procesional, a la que seguía la férula papal. A la usanza imperial, avanzaba un turiferario y siete acólitos con candeleros. El Papa caminaba asistido por dos diáconos. Mientras tanto se entonaban himnos penitenciales. Cerca de la iglesia estacional el subdiácono que portaba la cruz iniciaba el canto de las Letanías de los Santos.

 Juan XXIII peregrinando hacia Santa Sabina
(Foto: Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española)

Llegados a la iglesia estacional, el Santo Padre se dirigía al presbiterio y se cantaba el introito de la Misa. Al concluir, omitido el Kyrie porque ya se había cantado en las letanías, el Papa decía “Oremus”. Nuevamente el diácono pedía a los fieles arrodillarse por un momento, tras lo cual el Papa rezaba la oración colecta de la Misa. Luego la Misa continuaba como de costumbre hasta antes de la comunión.

Los sacerdotes que acudían a esta celebración recibían una partícula del pan consagrado por el Romano Pontífice. Este fragmento se llamaba fermentum. Esta partícula la llevan a sus iglesias para añadirla al pan que ellos consagraban o al cáliz (costumbre que es el origen de la partícula del Agnus Dei). Con este fermentum se significaba la unión de las demás Misas con la estación papal, y era un signo de comunión con el Santo Padre.

Como algunos fieles se retiraban de la iglesia antes de la comunión, el subdiácono anunciaba antes de dicho momento en dónde se celebraría la siguiente estación: "Crastina die veniente collecta erit in Ecclesia N., statio in Ecclesia N.", a lo que respondía la schola: "Deo gratias".

Tras la oración después de la comunión, el diácono pedía a todos los presentes que inclinaran la cabeza. Entonces el papa rezaba una oración sobre el pueblo. Luego, el diácono terminaba la celebración con el Ite Missa est.

 (Foto: Liturgia papal)

Si el Papa no podía presidir la estación, un acólito le llevaba un algodón mojado en el aceite de las lámparas de la iglesia estacional y le decía: “Hoy ha sido la estación en Santa Sabina, que te saluda”. El Santo Padre recibía el algodón y lo entregaba a su cubiculario, quien lo conservaba para rellenar la almohada fúnebre del pontífice.

Las oraciones y las lecturas hacían referencia a los santos y mártires relacionados con esos templos. A veces, la relación era sencilla de identificar; en otros casos, la referencia era muy sutil. Por ejemplo, el día en que se celebraba en la Iglesia de San Vital, que fue arrojado a una fosa, se leía la historia del patriarca José, que fue arrojado por sus hermanos a un pozo; en Santa Susana, mártir romana, se leía la historia de Susana en el libro de Daniel; en San Marcos, donde está la tumba de los santos Abdón y Senén, que llegaron a Roma desde Persia, se leía la historia de Naamán, que peregrinó desde Siria hasta Israel para encontrarse con el profeta Eliseo; en Santa Prudenciana, se leía un evangelio relacionado con san Pedro, que se alojó en su casa; etcétera. 

Al pasar de los años esta práctica fue cayendo en desuso, aunque la Iglesia de Roma siempre la conservó. Para el resto de la Iglesia (salvo intentos de revitalizar la práctica, como por ejemplo en Venecia, donde la costumbre fue introducida en 1917), progresivamente quedó  solamente como reminiscencia el hecho que en los misales se especificara la iglesia en la cual debía hacerse la estación ese determinado día de Cuaresma. Así, por ejemplo, para el Miércoles de Ceniza, cuya estación era celebrada en la Basílica de Santa Sabina, el misal decía: “Miércoles de Ceniza: Feria de primera clase. Estación en Santa Sabina”.

Las estaciones romanas se suspendieron en 1870, año en que los saboyanos insurgentes tomaron Roma y prohibieron los actos de culto fuera de los templos. Fueron restauradas, tras sesenta años, en 1931, gracias al ambiente favorable creado por los Pactos Lateranenses de 1929. Tras una fuerte decadencia en los años setenta del siglo XX, en que la mayoría del clero las consideró obsoletas, hoy se asiste en Roma a una progresiva recuperación. En 1993 el Oficio Litúrgico del Vicariato publicó nuevos textos y esquemas celebrativos. Incluso, desde 2010, en su difusión, se realizan convocatorias para colocar en los templos con fechas y horarios estacionales. En la actualidad, el Papa celebra una estación romana el Miércoles de Ceniza. Se reúnen la asamblea en la Iglesia de San Anselmo, y desde ahí parten a la Iglesia de Santa Sabina, en donde el Santo Padre celebra la Misa. En los demás días de Cuaresma, y en la Octava de Pascua, se celebran estaciones en las iglesias estacionales que corresponden a cada día. Suelen hacerse dos celebraciones al día: una en la mañana y otra en la tarde. Esta última se procura que sea presidida por el cardenal titular de la iglesia y, de no ser posible, por un obispo.

Hoy en día se está experimentando la promoción en zonas de la periferia de la urbe de iglesias estacionales vicarias, para los fieles a los que les es dificultoso por la distancia asistir a las tradicionales. De la misma manera se ha trasplantado esta costumbre fuera de Roma, por ejemplo en Chieti, por citar algún lugar de Italia, e incluso en algunas diócesis de Estados Unidos.

 (Foto: Liturgia papal)

Por último consignamos aquí el listado de estaciones cuaresmales (disponible en la página de la Santa Sede):

Miércoles de Ceniza Sta. Sabina, en el Aventino
Jueves S. Jorge al Velabro
Viernes Ss. Juan y Pablo, en el Celio
Sábado S. Agustín, en Campo Marzio
Domingo I de Cuaresma S. Juan de Letrán
Lunes S. Pedro en Cadenas, en Colle Oppio
Martes Sta. Anastasia (S. Teodoro), en el Palatino
Miércoles Sta. María la Mayor
Jueves S. Lorenzo, en Panisperna
Viernes Ss. XII Apóstoles, en el Foro de Trajano
Sábado S. Pedro en la Ciudad del Vaticano
Domingo II de Cuaresma Sta. María en Domenica alla Navicella
Lunes S. Clemente, junto al Coliseo
Martes Sta. Balbina, en el Aventino
Miércoles Sta. Cecilia, en Trastévere
Jueves Sta. María en Trastévere
Viernes S. Vital en Fovea (Via Nazionale)
Sábado Santos Marcelino y Pedro, en Letrán (Via Merulana)
Domingo III de Cuaresma S. Lorenzo extramuros
Lunes S. Marcos, en el Capitolio
Martes S. Prudenciana en el Viminal
Miércoles S. Sixto (Ss. Nereo y Aquiles)
Jueves Ss. Cosme y Damián in Via Sacra (Foros Imperiales)
Viernes S. Lorenzo en Lucina
Sábado Sta. Susana en las Termas de Diocleciano
Domingo IV de Cuaresma S. Cruz de Jerusalén
Lunes Los Cuatro Santos Coronados en el Celio
Martes S. Lorenzo en Dámaso
Miércoles S. Pablo Extramuros
Jueves Ss. Silvestre y Martín en el Monte
Viernes S. Eusebio en el Esquilino
Sábado S. Nicolás in Cárcere
Domingo  V de Cuaresma S. Pedro en la Ciudad del Vaticano
Lunes S. Crisógono en Trastevere
Martes S. Ciríaco (S. María en via Lata al Corso)
Miércoles S. Marcelo en el Corso
Jueves S. Apolinar en el Campo Marzio
Viernes S. Esteban en el Celio
Sábado S. Juan ante la Puerta Latina
Domingo de Ramos S. Juan de Letrán
Lunes Sta. Práxedes en el Esquilino
Martes Sta. Prisca all'Aventino
Miércoles Sta. María la Mayor
Jueves S. Pedro en la Ciudad del Vaticano (Misa Crismal) -S. Juan de Letrán (Misa in Coena Domini)
Viernes Sta. Cruz de Jerusalén (Liturgia de la Pasión del Señor)
Sábado S. Juan de Letrán (Vigilia Pascual)
Domingo de Pascua Sta. María la Mayor (Misa del día de Pascua de Resurrección).
Lunes del Ángel S. Pedro en la Ciudad del Vaticano
Martes S. Pablo extramuros
Miércoles S. Lorenzo extramuros
Jueves Ss. XII Apóstoles, en el Foro de Trajano
Viernes Sta. María de los Mártires, en Campo Marzio (Panteón)
Sábado S. Juan de Letrán
Domingo II de Pascua (in Albis) S. Pancracio

Respecto del listado anterior, cabe hacer notar que
antes de la reforma litúrgica (1969), existía un período de antecuaresma en la que ya se practicaba el rito estacional: el Tiempo de Septuagésima, tres semanas de transición entre las alegrías de la Navidad y la Epifanía y las austeridades cuaresmales. Sus iglesias estacionales indicaban una gradualidad ascendente: San Lorenzo Extramuros, San Pablo Extramuros y San Pedro del Vaticano.

Nota de la Redacción: La presente entrada ha sido preparada a partir de las siguientes fuentes de información: (i) la entrada de Wikipedia en español dedicada a las estaciones cuaresmales; (ii) la sección dedicada a la liturgia estacional romana cuaresmal en Ceremonia y rúbrica de la Iglesia española; (iii) las entradas que dedica la bitácora Principios católicos a la liturgia estacional y las iglesias estacionales; (iv) la entada sobre las Misas estacionales en el sitio Liturgia papal; (v) la entrada sobre el sentido y significado de las estaciones cuaresmales en la bitácora Antorcha de Cristo

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